RESILIENCIA
LA RESILIENCIA, es un concepto que ocupa las primeras posiciones en
Psicología positiva y es un valor en alza en los nuevos planteamientos y
terapias psicológicas. Los diferentes medios de información, comunicación y
divulgación también se hacen eco de este concepto: “Tenemos
que ser resilientes”… pero ¿esto qué significa? ¿Cómo hago
para ser más resiliente?
¿cómo podríamos ser capaces a una adversidad?
Como he señalado anteriormente, a
pesar de que las experiencias tempranas y los factores de personalidad que se
establecen en la adolescencia son dos guías que van a marcar en ciertos
aspectos nuestra capacidad de adaptación y resiliencia, hay cosas que podemos
hacer para minimizar los factores de riesgo e incrementar los protectores en
las situaciones de estrés y sufrimiento.
Las ocho cualidades de la persona
RESILIENTE
1. El autoconocimiento y la autoestima de la persona resiliente
·
El autoconocimiento es un arma muy
poderosa y las personas resilientes saben usarla a su favor. Saber cuáles son
nuestras principales fortalezas y habilidades, así como las limitaciones y
debilidades, poder trazar metas más objetivas y realistas e identificar los
aspectos en los que podemos mejorar es un camino directo a fortalecer
nuestra autoestima y autoconfianza.
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Además de conocerse, una persona
resiliente reconoce la importancia del trabajo en equipo y sabe pedir ayuda
cuando lo necesita.
·
El autoconocimiento nos permite
mejorar la capacidad de reconocer y expresar las emociones. Sobre todo en
momentos en que estemos sufriendo, esta es una buena forma de afrontar
situaciones dolorosas.
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También nos permite identificar
emociones de rabia o enfado que nos estén haciendo comportarnos de una forma
poco saludable.
·
Se observa que a mayor actividad
cognitiva y a mayor capacidad intelectual aumenta la resiliencia, no sólo
emocional, sino de las neuronas y la parte más biológica de afrontamiento del
estrés.
La
persona con mayores conocimiento de sí misma y de la realidad, puede procesar y
elaborar más eficazmente los traumas y los factores estresantes.
2. La empatía y la resiliencia
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La empatía es la capacidad de
entender al otro y ponernos en su lugar, comprender sus sentimientos, a través
de comprender los propios. Es un hábito resiliente, que nos permite por
ejemplo, separar pensamiento de acción, cuando nos sentimos enfadados con
alguien querido.
·
Cuando tenemos empatía, el flujo de
dar y recibir afecto en las relaciones con los demás es mayor, lo que
incrementa nuestra red social de apoyo. Un punto muy importante para ser una
persona resiliente.
3. La autonomía de la persona
resiliente
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La creencia de que uno puede influir
en lo que sucede a su alrededor, perdiendo el temor a que las cosas suceden por
injusticia o causas ajenas a nuestro control. Esto va a hacer más fuerte a
nuestra autoestima y nos va a movilizar hacia la resolución de conflictos que
de otra forma se cronificarían en el tiempo.
4. El afrontamiento de la adversidad
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Afrontar la adversidad con humor es
propio de personas resilientes. Ser capaces de reírnos de la adversidad y sacar
una broma de las situaciones difíciles nos ayuda a superarlas y mantenernos
fuertes y optimistas ante la incertidumbre. Esto no quiere decir que en mitad
de un funeral tengamos que usar el humor de forma obligada, sino que una vez
esa situación dolorosa ha pasado seamos capaces de recordar a esa persona en momentos
divertidos, que busquemos ratos felices que pasamos con él o ella o incluso nos
acordemos de algo gracioso que solía decir o hacer.
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Un enfoque hacia lo positivo de una
situación abre caminos que antes estaban ocultos.
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La creencia de que uno puede aprender
con sus experiencias, sean éstas positivas o negativas nos permite seguir
creciendo y madurando a lo largo de la vida.
5. Conciencia del presente y
optimismo
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Las personas más resilientes tienen
el hábito de vivir en el aquí y ahora, el presente, sin que las culpas del ayer
o la incertidumbre del futuro le enturbie el momento que están experimentando.
Disfrutan de los pequeños detalles y no pierden su capacidad para asombrarse
ante la vida; de esta forma es más fácil enfocarse en los aspectos positivos que
nos ofrece cualquier situación, complicada o no.
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La conciencia del presente, puede
resultar complicado con los ritmos de vida actuales pero hay formas de entrenar
esta conciencia del momento presente
6. Flexibilidad combinada con
perseverancia
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La existencia de un propósito
significativo en la vida es otra de las características de una persona
resiliente. Esta meta les da la fuerza interior para responsabilizarse de
perseguirla, con flexibilidad y sin obstinación.
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El hecho de que las personas resilientes
sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las
distingue es su capacidad de lucha, pero cuando esta deja de tener un sentido,
pueden cambiar el rumbo sin necesidad de sentirse mal por haber abandonado su
objetivo inicial.
·
Es muy valiosa la capacidad de
escucha, las personas que nos rodean pueden tener información que complementa
la propia y en alguna ocasión pueden servir de guía para nuestras metas o
proyectos. Siempre crecemos en relación con los demás, el aislamiento social
favorece que nuestro pensamiento pierda flexibilidad y amplitud o perspectiva.
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Es importante aprender a hacer
realidad los deseos:
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7. Sociabilidad en las personas
resilientes
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Las personas con resiliencia saben
cultivar y valorar sus amistades. Generalmente se rodean de personas que
mantienen una actitud positiva ante la vida. De esta forma, logran crear una
sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
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Cuando pasan por un suceso
potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo; son conscientes de
la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando
lo necesitan.
8. Tolerancia a la frustración y a la
incertidumbre
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Una de las principales fuentes de
tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de
nuestra vida, porque solemos tolerar mal la incertidumbre. Una forma de ganar seguridad en nosotros mismos y vivir con menos
tensión emocional es precisamente, aprendiendo a lidiar con la incertidumbre,
para que nos cause el menor malestar posible.
Eusebio Cruz Garcia Ingenieria civil-26 Aula 815







